El Camino de Santiago es la ruta que recorren los peregrinos procedentes de toda España y de Europa para llegar a la ciudad de Santiago de Compostela, donde se veneran las reliquias del apóstol Santiago el Mayor.
El Camino de Santiago de Compostela |
Durante toda la Edad Media fue muy concurrido, después fue ligeramente olvidado y en la época actual ha vuelto a tomar un gran auge. El Camino de Santiago ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
El Camino de Santiago ha significado en la historia europea el primer
elemento vertebrador del viejo continente. El hallazgo del sepulcro del
primer apóstol mártir supuso encontrar un punto de referencia
indiscutible en el que podía converger la pluralidad de concepciones de
distintos pueblos ya cristianizados, pero necesitados en aquel entonces
de unidad. Conscientes de la importancia que suponía tener una reliquia como los
restos de Santiago el Mayor para sus intereses militares (necesitaban
guerreros y dinero en su lucha contra los moros) las monarquías
españolas colaboraron activamente en el éxito del camino santo.
La historia del Camino de Santiago se remonta a inicios del siglo IX
con el descubrimiento del sepulcro de Santiago el Mayor, evangelizador
de España. El hallazgo de este santo mausoleo está rodeado de una rica
imaginería popular que en vez de distorsionar ha preservado y llenado de
colorido la narración histórica.
Las rutas hacia Santiago de Compostela
La mayoría de los peregrinos llega a Santiago por el llamado “Camino Francés”, pero existen otras seis rutas históricas por las cuales se puede hacer el camino santo. La vía francesa es la más transitada y la más promocionada, entra a España por Roncesvalles y Sompot, en los Pirineos y atraviesa las comunidades autónomas de Aragón, Navarra, La Rioja, Castilla y León y Galicia.
La segunda ruta conocida es la del”Camino Norte”. Entra en Galicia por Ribadeo, desde la costa, y por A Fonsagrada, desde el interior, una vez recorrido la costa española del Cantábrico a partir de Irún atravesando Euskadi, Cantabria y Asturias.
Fue hasta el siglo X el más frecuentado. Los peregrinos procedentes del norte de Europa y de las Islas Británicas hacían su peregrinaje por mar siguiendo el denominado “Camino Inglés”, desembarcaban en el puerto de la Coruña o en el de El Ferrol y desde allí continuaban a pie hasta la Catedral.
También entra en Galicia el Camino Portugués, que lo hace por el municipio de Tui para seguir por O Porriño, Mos, Redondela, Soutomaior, Vilaboa, Pontevedra, Barro, Portas, Caldas de Reis, Valga, Pontecesures, Padrón, Rois, Teo y Ames, hasta Santiago. Esta ruta tiene también una variante que alcanza la frontera española por Chaves y, ya en Galicia, se une al Camino del Sureste por Verín.
La quinta ruta hacia Santiago de Compostela es el “Camino del Sureste – Vía de la Plata”. Surge de la prolongación hasta Galicia de la calzada romana que comunicaba las ciudades de Mérida y Astorga. Entra en Galicia por A Mezquita, y desde A Gudiña cuenta con dos ramales que atraviesa numerosos pueblos gallegos hasta alcanzar su destino.
Otra vía elegida por los peregrinos es el “Camino de Fisterra-Muxía”. Durante la Edad Media algunos peregrinos, después de venerar la tumba del Apóstol, seguían viaje hasta Cabo Neiro (Finisterre), considerado el fin del mundo.
El último camino utilizado por los creyentes es la “Ruta Marítima de Mar de Arousa y Río Ulla” que conmemora la llegada en barco del Apóstol Santiago desde Palestina. Tiene dos puntos de entrada en Galicia y se funde en Padrón con el Camino Portugués.
Santiago el Mayor
Apostol Santiago el Mayor |
El apóstol que la tradición cristiana llama Santiago el Mayor era uno de los dos hijos de Zebedeo y Salomé; su hermano fue Juan el Evangelista, también apóstol. Invitado por Jesús “junto a su hermano e inmediatamente después de Pedro y Andrés- a hacerse “pescador de hombres”, fue uno de los apóstoles que tuvo una relación más íntima y cercana con el hijo de Dios.
Le acompañó en los primeros días de la difusión de la palabra; estuvo presente en el Monte de los Olivos recibiendo de los labios de Jesús el anuncio de la destrucción del templo de Jerusalén, de la completa ruina de la ciudad y de las catástrofes que precederán al final de los tiempos; y fue testigo de la última aparición de Jesús en Galilea tras su resurrección.
Murió, entre los años 41 y 44, decapitado por orden de Herodes Agripa I, cuando el rey de los judíos, en un intento postrero e inútil de conseguir la confianza de Roma, intensificó la persecución de las primeras comunidades cristianas.
Según la tradición, a la muerte de Jesús los apóstoles se repartieron los lugares en que debían predicar, correspondiéndole al apostol Santiago España y las regiones occidentales.
Las leyendas jacobeas recogen dos versiones acerca de la presencia del Apóstol Mártir en la península hispánica; la primera afirma que recorrió Asturias, Galicia, Castilla y Aragón predicando la palabra de Dios con escaso éxito. Relata además que durante esta misión se le apareció la Virgen junto al Ebro, sobre una columna, y allí se le ordenó construir una iglesia. La segunda versión sostiene que tras el martirio, su cuerpo fue llevado en barco por sus discípulos desde Jerusalén hasta Iria Flavia, en el Finisterre.
Los peregrinos
A lo largo de las distintas rutas que llevan a Santiago de Compostela han transitado personas de toda índole y condición: peregrinos de buena fe, por condena judicial o canónica, juglares, pordioseros, vagabundos, aventureros, prófugos, turistas, deportistas, bandidos…
Los penitentes religiosos realizaban el camino movidos por una necesidad personal, sentían un deseo incontenible de visitar el lugar en el que reposaban los restos del Apóstol Santiago para lograr una relación personal con él.
Otros peregrinos, hacían el camino para cumplir una promesa efectuada al Apóstol si les ayudaba a salir con bien de alguna difícil situación. Cumpliendo también una promesa emprendían el viaje gentes que habían estado muy enfermas. Y los que estaban enfermos hacían el camino en busca de curación.
Así mismo, estaba el viajero que realizaba la peregrinación como castigo, impuesto bien por la autoridad eclesiástica, o por jueces civiles. Pero no todos los que emprendían el camino lo hacían por motivos píos, algunos “peregrinos” perseguían un beneficio económico. Había penitentes por delegación o encargo de terceros, varios recorrían el trayecto por un deseo de conocer mundo, otros se veían obligados a viajar por cláusulas testamentarias, que ponían como condición para acceder a una herencia acercarse a Santiago. Y también estaban presentes los ladrones, negociantes sin escrúpulos o herejes.
Una de las razones del aumento del número de peregrinos fue la instauración de la institución del Jubileo por el Papa Calixto II, que en 1122 posibilitó que todos aquellos viajeros devotos que se pusieran en camino en Año Santo -cuando la festividad del Apóstol, 25 de julio, cayese en domingo- y cumpliesen los requisitos venturosos de la peregrinación, se verían liberados de casi todos sus pecados. Esto provocó que el número de peregrinos que realizó el camino en el siglo XII ascendiera a la impresionante cifra de 200.000.